martes, 12 de octubre de 2010

"Prohibido olvidar"


La semana pasada, y con casi un año de demora, la Municipalidad de Pilar puso en funcionamiento el sistema de cámaras de seguridad.
El acto de inauguración se organizó al detalle, como para asegurar una tapa de los diarios más que favorable al gobierno. Estaban todos: el Intendente de Pilar Humberto Zúccaro, el Ministro de Seguridad Ricardo Casal, el Gobernador Daniel Scioli, representantes de los foros vecinales de seguridad, concejales oficialistas, y otros que no lo son tanto (sería exagerado llamarlos “opositores”). Estos perpetuos habitantes de los escenarios oficiales deben haberse sentido más que satisfechos: estaban poniendo en marcha nada más y nada menos que al sistema de cámaras de seguridad, cuestión que —presuponen muchos— viene a dar respuesta al clamor ciudadano por mayor seguridad.

Sin salida
Hace años, un reconocido abogado penalista afirmaba en una columna publicada en El Diario Regional, que en la Provincia de Buenos Aires la financiación de la política “se logra a través de la recaudación naturalmente ilegal de la policía”, y continuaba diciendo que “La policía provincial es utilizada para recaudar, y esos fondos que suben, sin duda llegan al brazo político”; finalmente, concluía, “más allá de que otro problema mayúsculo sea la gran exclusión social”,… “si el mecanismo de recaudación sigue siendo el mismo, a partir de los requerimientos de aparatos partidarios, no hay salida”.
Será por esa sospechada complicidad con la política, que siempre sobrevuela cuando se analizan las raíces del delito, que las autoridades gubernamentales se muestran muy susceptibles a los reclamos. Como cuando un grupo de amigos de Matías Berardi se aproximó al acto con dos estandartes con la leyenda “Matías, prohibido olvidar”. Los adolescentes esperaban, con ese reclamo, vencer la perversa dinámica por la cual una muerte permanece en la agenda de las autoridades sólo hasta que una nueva víctima cae, y desplaza a la anterior. Así, cuando Walter, el viudo de Sandra Almirón asesinada en Pilar a fines del año pasado, se reunió con la Presidenta Cristina Fernández, dicen que —mostrándole una fotografía de Sandra— le pidió “Mire esos ojos. No deje de mirarlos. Para no olvidar nunca cuál es su responsabilidad”.
Walter tuvo en cierta forma “suerte”: pudo expresarle su reclamo a la primera mandataria. Los amigos de Matías, en cambio, no la tuvieron: mientras el gobernador repetía desde el escenario que se sentía orgulloso cuando “nos preocupamos de la problemática de los jóvenes”, a pocos metros de allí un grupo de funcionarios y patoteros a sueldo público lo desmentía, amenazando y obligando a los jóvenes a guardar sus dos carteles, mientras los maltrataban con inesperada prepotencia: “Mejor que se vayan porque la van a pasar mal”. Toda la escena transcurrió frente a numerosos trabajadores de prensa, que también recibieron advertencias: “Dame la cámara porque si esto sale en algún lado vas a cobrar”, solicitaron los “gurkas” paraestatales.
Es paradójico que hace algunos meses, en una de las primeras y más exasperadas convocatorias de “Justicia para Sandra”, Zúccaro colara a un empleado municipal sosteniendo un cartel con la leyenda “Sra. Presidenta, Sr. Gobernador, hagan algo o renuncien”. En el acto de la semana pasada, los amigos de Matías no pretendían mostrar una leyenda tan osada; sólo deseaban que nadie se olvidara de su amigo. Y aunque sin poder sostener en alto sus carteles, lo lograron: al día siguiente El Diario Regional denunciaba en su tapa: “Scioli inauguró las cámaras pero recibió reclamos”.

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