miércoles, 29 de agosto de 2007

El Gobierno de Zúccaro desafía a la ONU

(www.gabriellagomarsino.blogspot.com 29/08/2007) La semana pasada se produjo un hecho histórico. Está vinculado al conflictivo proyecto del gobierno local de instalar una planta de tratamiento de líquidos cloacales en el interior de la Reserva Natural. Como era de esperar, una señal de alarma se encendió en el palacio municipal cuando el hecho tomó estado público y la sociedad reaccionó; así, el explicador oficial, Osvaldo Pugliese, sostuvo que “nadie en su sano juicio se opon­dría” a la construcción de una planta cloacal.

Lamento desairar al secretario jefe de gabinete, pero somos muchos los que creemos estar en nuestro sano juicio, y que nos oponemos a la construcción de una planta cloacal en el interior de la Reserva; en particular, entre de los que nos oponemos está la Asociación Civil Para la Defensa del Patrimonio Natural de Pilar, que paradójicamente es la misma ONG a la que el gobierno de Zúccaro le otorgó el gerenciamiento de la Reserva.

Pero hay otro hecho aun más insólito: su “diarrea verborrágica” lo llevó al ex frepasista Pugliese a afirmar que la construc­ción de una planta así, era recomendada “por la Organización Mundial de la Salud y el Protocolo de Kyoto”…

Para la salud, Kinoto
Parece que Pugliese confunde kinoto, que es una fruta pequeña de color anaran­jado, con el referido Protocolo de Kyoto. Al kinoto se le reconocen sus ventajas para la salud por su alto contenido en fibra, calcio y vitamina C, pero en Kyoto se firmó un Protocolo en el que no existe palabra alguna referida a las “ventajas” de construir una planta cloacal en el sitio en el que hoy existe un bosque.

De la misma manera que existen fuentes de emisión de gases, como son las actividades industriales o los trans­portes, existen fenómenos naturales que sirven para absorber las emisiones de CO2 en la atmósfera, disminuyendo así el efecto invernadero y el calentamiento del planeta. Los principales sumideros son los bosques. Kyoto establece que los Estados pueden cumplir sus compromisos de reducción de la contaminación atmosférica a través de dos vías: disminuyendo las emisiones o bien, aumentando los sumideros, que deben ser protegidos y mejorados.

El único lugar posible
Tanto el intendente como sus voceros Laura Annechini, Oscar Salom, Isabel Arata y Miguel Saric, aseguraron que la Reserva era “el único lugar posible” para instalar la planta. Se equivocaron totalmente, pues la Reserva no es “el único lugar posible” sino que, más bien, es “el único lugar imposible”.
“Esto no se va a hacer hasta que no estén dadas todas las garantías de que no va a afectar al medioambiente”, dijo el Profesor Salom; y prosiguió: “esos estudios (que garantizarían la “inocuidad” de la planta) no los va a hacer el Municipio, sino que los va a hacer el Enohsa (Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento), que trabaja convocando a universidades, a organismos indepen­dientes, de exce­lencia”.
Como Pugliese, el Secretario de Medioambiente Oscar Salom peca cuanto menos de ingenuo, porque el Enohsa, según dictaminó la SIGEN (Sindicatura General de la Nación), inició obras sin tener la aprobación para hacerlo, e incumplió cláusulas conteni­das en los convenios de los préstamos que administra, amén de otros muchos desguisados. Entonces, si así se comportaron en el pasado, ¿por qué confiar en que ahora hará las cosas bien?.

Camiones
Aunque desde el Gobierno se hayan esforzado en decir que el impacto medioambiental de la planta iba a ser mínimo, es sencillo de imaginar que en un distrito con sólo el 15 % de su población con cloacas, una planta de tratamiento por sí sola no soluciona todo: es necesario que además se construya la red cloacal domiciliaria. Sin ese requisito, serán los camiones atmosféricos los que vaciarán los pozos negros de las 9 de cada 10 viviendas de Pilar que no cuentan con cloacas. Y esos camiones, que transportan cada uno un volumen aproximado de 20 metros cúbicos, deberán contarse de a miles para satisfacer la demanda de una población cuyo crecimiento es seguido por la clase gobernante desde muy atrás. Ahora bien, alrededor de 3.000 camio­nes por día ingresando a una planta de trata­miento cloacal, ¿no le afectarán y mucho la vida a los vecinos?

El futuro es hoy
Dijo Pugliese que “se trata de pensar en el Pilar de los próximos 20 años”, mientras se lo veía leyendo en el diario un aviso en el que la Municipalidad busca “urgente” un terreno en Fátima para trasladar la Escuela Nº 17. ¿El mismo gobierno que no pudo planificar el traslado de una escuela que quedaría encerrada en la autopista Pilar-Pergamino dice que “se trata de pensar en el Pilar de los próximos 20 años”? ¿No es poco creíble que en un mismo aviso gubernamental se hable de “urgente” y más abajo se hable de “proyectar el futuro”? ¿En que parte del protocolo de Kyoto se establece que los vecinos tienen que rogar por una entrevista con el intendente para solucionar gravísimos problemas ocasionados exclusivamente por la incompetencia oficial?

En fin, inconsistencias de un gobierno que durante casi cuatro años tuvo todo para hacer de Pilar un distrito diferente, más desarrollado y equitativo, y lo desaprovechó.


¿Qué es el Protocolo de Kyoto mencionado por Pugliese?
Es un acuerdo que promueve una reducción de emisiones contaminantes (princi­palmente gases de efecto invernadero) por parte de los países industrializados. El acuerdo ha entrado en vigor el pasado 16 de febrero de 2005, sólo después de que 55 naciones que suman el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero lo han ratificado. En la actualidad 166 países, lo han ratificado superando el 55%, como indica el barómetro de la Convención Marco sobre Cambio Climático de la ONU.El objetivo del Protocolo de Kyoto es conseguir reducir un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el periodo 2008-2012. Este es el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos. Para ello contiene objetivos legalmente obligatorios para que los países industrializados reduzcan las emisiones de los 6 gases de efecto invernadero de origen humano como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluo­rados: hidrofluorocarbonos (HFC), per­fluoro­carbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).

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