jueves, 8 de agosto de 2013

Este domingo

Este domingo tendrás que votar en las elecciones primarias, y convendría que estés bien informado.
Sentirás, como yo, que Pilar es una oportunidad desaprovechada. Es frustrante ver que los años pasan, el gobierno permanece, pero nada mejora. Por eso, no hay razón para sentarse a esperar que las cosas cambien solas; porque cambiarán, sólo si personas como vos hacen su parte.
Con mi equipo de colaboradores estamos trabajando en propuestas para que tu familia, y todas las familias de Pilar, tengan un presente y un futuro dignos: con buena educación, más seguridad, mejor salud. Para concretarlas necesitamos ingresar al Concejo Deliberante, y enfrentar desde allí a los grupos económicos que hacen negocios con el gobierno, perjudicando nuestro bienestar. ¿Sabías que hace 20 años que el servicio de agua está en manos de la misma concesionaria, y que a pesar de eso sólo 3 de cada 10 familias tienen acceso al agua de red? (en el país, son 8 de cada 10).
Pilar tiene suficientes recursos, y tiene algo aún mejor: pilarenses, personas como vos, preocupadas por su bienestar y el de su familia.
Si en estas elecciones no nos hacemos escuchar, perderemos una gran oportunidad.
Te invito a ser parte del equipo que luchará para que vivamos mejor.


Mientras los demás candidatos sólo nos aseguran “más de lo mismo”, los integrantes de mi equipo y yo (LISTA 509 “F”) te garantizamos que tu voz será escuchada, y que así resolveremos los problemas, uno a uno.
Cuento con vos.

Cuento con vos.



P.D. Por favor no esperes a que pasen las elecciones para involucrarte.

P.D. Por favor no esperes a que pasen las elecciones para involucrarte.
Sé que podemos hacer de Pilar un mejor lugar para vivir, pero no lo podemos hacer solos: necesitamos de gente como vos, que se involucre ahora mismo.
Gracias,
Gabriel Lagomarsino
Lista Frente Progresista 509 “F”
Encuentro Pilarense – Coalición Cívica

Hacelo ahora. Votanos. Fiscalizá. Es la única manera de lograr que las cosas cambien.

martes, 2 de abril de 2013

Susurro desde el corazón


Martes 30 de marzo de 1982. 
Crucé la ruta, el viejo “camino Pilar-Moreno”, y esperé ver aparecer el destartalado 501 color verde agua, un colectivo comunal que aun hoy sigue uniendo las localidades pilarenses de Villa Rosa y Villa Astolfi. Al llegar a la estación “del San Martín”, saqué ida y vuelta a Retiro. Después de una hora y veinte, árboles con ocres y verdes de “Kilómetro” (Villa Astolfi) tornaron color paredes de ladrillo sin revocar, y finalmente, en el gris cemento al acercarnos a la Capital. Todavía me faltaba un tramo más. El “33” no tardó. Ese día la ciudad estaba diferente: policías en la calle, carros de asalto, gente apresurada. 

En el aula magna 201 de la Facultad de Ingeniería me encontré como siempre con Marcelo Lavignolle; habíamos terminado la secundaria en el industrial de San Miguel, y aunque no habíamos sido compañeros de división, la universidad nos permitía pasar del compañerismo de la escuela a la amistad. Salimos de la Facultad esquivando carteles de UPAU, Franja Morada, y otras agrupaciones que competían para conducir el Centro de Estudiantes. Caminamos un par de cuadras; nos metimos en un bar al que solíamos ir a estudiar sobre la avenida Independencia. Al salir de allí, demasiados  años de sanguinaria dictadura militar terminaron por contagiar a toda la sociedad civil la idea de que la situación no daba para más. Había que “ganar la calle”. Reclamábamos el fin de la dictadura, la convocatoria a elecciones y la aparición con vida de los miles de detenidos por el “Proceso”. Pero el gobierno tenía otros planes. No nos la iban a “hacer fácil”. 

Sin darnos cuenta, los policías nos estaban persiguiendo con sus garrotes en alto, y las sirenas de los camiones celulares de la Federal nos aturdían, reverberando entre los edificios de alto. Corrimos por la calle Defensa hasta la Plaza de Mayo, y desde ahí hasta Retiro. Después, ya en San Miguel, nos enteramos que el “criterio” con el que la policía persiguió esa tarde a sus víctimas fue… el uso de zapatillas; los que usábamos zapatillas — razonaron con criterio paleozoico— debíamos hacerlo porque éramos vándalos preparados para huir de las fuerzas del orden. El pensar linealmente era tan habitual, que los matices, la diversidad de criterios, eran para las autoridades una amenaza a combatir.

Viernes 2 de abril de 1982. 
Crucé la ruta, el viejo “camino Pilar-Moreno”, y esperé ver aparecer el destartalado 501. Al llegar al andén de la estación de trenes, muchos pasajeros se amontonaban frente al kiosco de Misigoj: las tapas de los diarios anunciaban que habíamos recuperado Malvinas: “La República, a través  de sus fuerzas armadas, mediante la concreción exitosa de una operación conjunta, ha recuperado las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur para el patrimonio nacional” (comunicado Nº 2 de la Junta Militar).

En los días que siguieron, el sentimiento colectivo subyacente y la propaganda del gobierno argentino lograron un apoyo mayoritario a la acción militar. Quienes —compartiendo la convicción visceral de que “Las Malvinas son Argentinas”— veíamos en la recuperación un intento por aferrarse al poder de una dictadura decadente, fuimos acusados de “traidores a la Patria”. Pero los que ese martes habíamos sido corridos de la Plaza a palazos, supimos que la multitud que ahora la ocupaba vivando a Galtieri y su empresa, pronto terminaría arrepentida.

En mi casa se vivieron días y días de angustia: se anticipaba que, en caso de ser necesario, se irían convocando reservistas (argentinos que habíamos cumplido con el servicio militar obligatorio). En casa de Marcelo Lavignolle, la angustia era aun más profunda: Roberto, su hermano mayor y también mi compañero en el industrial de San Miguel, estaba en Puerto Argentino.

Pasó la guerra. Desde entonces, Roberto y sus compañeros en la “Gesta de Malvinas”, los que volvieron y los que no, son héroes que guardo en mi corazón. Desde allí, no dejan de susurrarme que continuemos nuestra lucha en paz, para que —más temprano que tarde y para siempre— la Bandera de Belgrano vuelva a flamear sobre las irredentas Gran Malvina y Soledad.

lunes, 15 de octubre de 2012

Hay mucho golpista

Así se expresó la semana pasada Lucía Portos, la Diputada Provincial por el Frente para la Victoria, integrante de "La Cámpora", en la inauguración de la sede Del Viso de Anses. Pero como entre mis lectores, además de "caceroleros", hay muchos "soldados de Cristina" dispuestos a todo con tal de evitar una crítica al gobierno nacional y popular, reproduzco textualmente la "advertencia" lanzada por la ignota legisladora pilarense: “Tendríamos que haber hecho una fiesta cuando entregáramos la primera asignación universal o la primera jubilación, pero me di cuenta que esto tenía sentido, porque por acá muy cerquita tenemos un polo industrial muy importante y un ramal que está lleno de countries y barrios cerrados donde hay muchos caceroleros, quizás confundido por los medios, pero también hay mucho golpista convencido”. Ahora sí, continuamos interpretando la situación en base a los hechos. ¿Qué quiso decir? simplemente, lo que dijo: que ella forma parte de un gobierno que ayuda a los pobres, y que ese gobierno, es atacado por sectores golpistas que quieren derrocarlo; y que esos apátridas se refugian en el parque industrial ("un polo industrial muy importante") y en los barrios cerrados y countries de Panamericana. Una imbecilidad casi tan grande como el dinero que embolsa mes a mes la diputada progre de La Cámpora: unos 35 mil pesos, más otros 140 mil para contratar personal. 

Una canilla goteando 
Quizás su paga fuera razonable si sucediera que su banca en la legislatura es un manantial de fructífera labor. No es el caso: hasta ahora sólo presentó dos proyectos, uno para que a los empleados de un sector de la administración se les pague en el banco Provincia, y el otro... para que Sergio "Maravilla" Martinez sea declarado ciudadano ilustre (digame si eso no es trabajar por la equidad!). Más que un "manatial", lo suyo parece una canilla goteando. No obstante, lo que sí será todo un logro de la diputada Portos es que gracias a ella, el 8 de Noviembre la plaza estará más llena. 

Pobre diabla 
Resulta irónico que los habitantes de countries y barrios cerrados que trabajan en relación de dependencia, cobran sueldos promedio de entre 6 mil y 25 mil pesos mensuales. Es decir que incluso quienes más ganan en promedio, ganan bastante menos que Portos. Sin embargo, otro análisis interesante es que la mayoría de los vecinos de Pilar, tanto los de "adentro" como los de "afuera", podrían continuar ganando más o menos lo mismo independientemente del empleador que les pague. La diputada progre de La Cámpora, en cambio, ni ganó su actual dieta antes, ni lo va a seguir ganando cuando termine su fugaz paso por la política.