La encuesta publicada el domingo pasado por El Diario, en la que se comenta la buena imagen que, a 25 días de su asunción tiene Humberto Zúccaro, encierra una lectura diferente a la que se hace en el desarrollo de la nota.
No deja de ser meritorio que partiendo de un piso cercano al 40% (el porcentaje de votos que obtuvo el 14 de septiembre), hoy la imagen positiva del Intendente alcance casi un 60%; ello indicaría que ha logrado, en casi cuatro meses de aquél entonces, convencer a un importante número de pilarenses que en el cuarto oscuro, ese Domingo de otoño no eligieron la boleta de la lista 2.
Sin embargo, los amores y odios que despierta una nueva gestión siempre se inclinan, en los primeros meses, y con rigurosidad casi matemática, hacia el platillo del amor: así, hasta el mismísimo De la Rúa supo alcanzar en pocos meses de gobierno una imagen positiva cercana al 80%, que vista desde diciembre de 2001 parecería un guarismo sacado de un cuento de Ray Bradbury.
Pero agrupando los resultados de la encuesta de una manera habitual (sin considerar la opción "no sabe / no contesta" como válida), en imagen positiva (respuestas "muy buena" y "buena"), regular o neutra y negativa (respuestas "mala" y "muy mala"), quien obtiene una amplia ventaja sobre Zúccaro es el Dr. Ernesto van der Kooy, que así considerados los resultados, alcanza una imagen positiva del 67% contra 62% del intendente.
Y como contrapartida, van der Kooy padece de sólo un 18% de imagen negativa, contra un 22% de Zúccaro; este último porcentaje posiciona al intendente en el peor lugar.
Sin duda que la gran desventaja de van der Kooy es el alto grado de desconocimiento de su persona por parte de la población, al menos de acuerdo a las respuestas de los 200 pilarenses encuestados. Claro que esa desventaja es relativa porque —campaña mediante—, podría recibir un apoyo más que proporcional de quienes hoy "no saben / no contestan", con lo que tendría todo por ganar.
El Intendente Zúccaro, en cambio, está hoy en un lugar desde el que, cometiendo una suerte de "discriminación estadística", creo que comenzará a transitar un camino descendente. Claro que de ser así, estará en su autoelogiada capacidad de gestión el lograr que la "cuesta abajo" (y por el bien de todos nosotros), sea lo menos pronunciada posible.
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miércoles, 7 de enero de 2004
Intendente Zúccaro, el peor de todos
La encuesta publicada el domingo pasado por El Diario, en la que se comenta la buena imagen que, a 25 días de su asunción tiene Humberto Zúccaro, encierra una lectura diferente a la que se hace en el desarrollo de la nota.
No deja de ser meritorio que partiendo de un piso cercano al 40% (el porcentaje de votos que obtuvo el 14 de septiembre), hoy la imagen positiva del Intendente alcance casi un 60%; ello indicaría que ha logrado, en casi cuatro meses de aquél entonces, convencer a un importante número de pilarenses que en el cuarto oscuro, ese Domingo de otoño no eligieron la boleta de la lista 2.
Sin embargo, los amores y odios que despierta una nueva gestión siempre se inclinan, en los primeros meses, y con rigurosidad casi matemática, hacia el platillo del amor: así, hasta el mismísimo De la Rúa supo alcanzar en pocos meses de gobierno una imagen positiva cercana al 80%, que vista desde diciembre de 2001 parecería un guarismo sacado de un cuento de Ray Bradbury.
Pero agrupando los resultados de la encuesta de una manera habitual (sin considerar la opción "no sabe / no contesta" como válida), en imagen positiva (respuestas "muy buena" y "buena"), regular o neutra y negativa (respuestas "mala" y "muy mala"), quien obtiene una amplia ventaja sobre Zúccaro es el Dr. Ernesto van der Kooy, que así considerados los resultados, alcanza una imagen positiva del 67% contra 62% del intendente.
Y como contrapartida, van der Kooy padece de sólo un 18% de imagen negativa, contra un 22% de Zúccaro; este último porcentaje posiciona al intendente en el peor lugar.
Sin duda que la gran desventaja de van der Kooy es el alto grado de desconocimiento de su persona por parte de la población, al menos de acuerdo a las respuestas de los 200 pilarenses encuestados. Claro que esa desventaja es relativa porque —campaña mediante—, podría recibir un apoyo más que proporcional de quienes hoy "no saben / no contestan", con lo que tendría todo por ganar.
El Intendente Zúccaro, en cambio, está hoy en un lugar desde el que, cometiendo una suerte de "discriminación estadística", creo que comenzará a transitar un camino descendente. Claro que de ser así, estará en su autoelogiada capacidad de gestión el lograr que la "cuesta abajo" (y por el bien de todos nosotros), sea lo menos pronunciada posible.
No deja de ser meritorio que partiendo de un piso cercano al 40% (el porcentaje de votos que obtuvo el 14 de septiembre), hoy la imagen positiva del Intendente alcance casi un 60%; ello indicaría que ha logrado, en casi cuatro meses de aquél entonces, convencer a un importante número de pilarenses que en el cuarto oscuro, ese Domingo de otoño no eligieron la boleta de la lista 2.
Sin embargo, los amores y odios que despierta una nueva gestión siempre se inclinan, en los primeros meses, y con rigurosidad casi matemática, hacia el platillo del amor: así, hasta el mismísimo De la Rúa supo alcanzar en pocos meses de gobierno una imagen positiva cercana al 80%, que vista desde diciembre de 2001 parecería un guarismo sacado de un cuento de Ray Bradbury.
Pero agrupando los resultados de la encuesta de una manera habitual (sin considerar la opción "no sabe / no contesta" como válida), en imagen positiva (respuestas "muy buena" y "buena"), regular o neutra y negativa (respuestas "mala" y "muy mala"), quien obtiene una amplia ventaja sobre Zúccaro es el Dr. Ernesto van der Kooy, que así considerados los resultados, alcanza una imagen positiva del 67% contra 62% del intendente.
Y como contrapartida, van der Kooy padece de sólo un 18% de imagen negativa, contra un 22% de Zúccaro; este último porcentaje posiciona al intendente en el peor lugar.
Sin duda que la gran desventaja de van der Kooy es el alto grado de desconocimiento de su persona por parte de la población, al menos de acuerdo a las respuestas de los 200 pilarenses encuestados. Claro que esa desventaja es relativa porque —campaña mediante—, podría recibir un apoyo más que proporcional de quienes hoy "no saben / no contestan", con lo que tendría todo por ganar.
El Intendente Zúccaro, en cambio, está hoy en un lugar desde el que, cometiendo una suerte de "discriminación estadística", creo que comenzará a transitar un camino descendente. Claro que de ser así, estará en su autoelogiada capacidad de gestión el lograr que la "cuesta abajo" (y por el bien de todos nosotros), sea lo menos pronunciada posible.
jueves, 30 de octubre de 2003
Reflexiones sobre el defensor del pueblo
A estas horas se mencionan algunos “nominados” para suceder al defensor del pueblo, Marcelo Fernández. El Diario del sábado pasado se refirió al tema como “un nuevo round” de la pelea entre Sergio Bivort y Luis Patti, ya que sus fuerzas partidarias han hecho públicas sendas nominaciones.
El rol del Defensor del Pueblo
Como sabemos, el defensor del pueblo recibe denuncias de aquellos vecinos que se sienten afectados por los actos u omisiones de la administración municipal o de las empresas de servicios concesionados; debe investigar -tiene amplias facultades para eso- y finalmente recomendar, pero sus actuaciones carecen de fuerza como para “obligar a hacer”, fuerza que sí poseen las decisiones administrativas o judiciales.
Por el contrario, lo que sí debería caracterizar a las decisiones del Ombudsman es su fuerza moral, basada en su prestigio personal, y en la independencia e imparcialidad de sus actuaciones; y aunque cuente sólo con fuerza moral las acciones del defensor pueden llegar a ser altamente efectivas, incluso en aquellos casos en los que la fuerza coactiva de otras autoridades no haya sabido solucionar algún problema.
La independencia con respecto al Ejecutivo y al Concejo Deliberante es la primera condición moral que se le debe exigir a quien vaya a suceder a Fernández. También debe ser reconocido en la sociedad como una persona caracterizada por sus principios morales y éticos; así poseerá la autoridad que necesita para señalarle a la Administración sus errores.
La participación de las ONG's
Hay lugares del mundo en los que el Ombudsman es propuesto por un comité en el que participan no sólo representantes del poder legislativo, si no también de las organizaciones no gubernamentales y de las propias empresas concesionarias: este comité eleva su propuesta al cuerpo deliberativo, y una vez aprobada por sus dos terceras partes pasa al ejecutivo, que aprueba o rechaza al postulante. Si lo rechaza, el pliego retorna a la legislatura para su reconsideración; una vez allí, y en caso de lograr un apoyo de sus 3/4 partes, la propuesta se aprueba sin requerir del visto bueno del Ejecutivo.
¿Y por casa cómo andamos?
Aquí en Pilar las cosas son bien distintas; el Ombudsman lo pretenden imponer algunos dirigentes partidarios en encuentros reservados, en los que si hay alguna ausencia, es precisamente la de quien no debe estar ausente: el ciudadano común; porque es la sociedad civil la que debe ejercer una “presión positiva” que aliente a la transparencia mediante su participación fiscalizadora. Sería muy recomendable para la salud y el fortalecimiento de nuestras instituciones que en la elección del defensor del pueblo participe la sociedad civil de manera directa o indirecta a través de sus organizaciones.
Nuestro distrito cuenta con un capital social -materializado en sus organizaciones civiles-, que no puede ser excluido del proceso de selección del sucesor del licenciado Fernández; tampoco deberían ser excluidas otras fuerzas partidarias como el Frepobo, que en las elecciones de septiembre pasado logró una destacada actuación.
La pretendida renovación de la que hoy hablan las dos primeras minorías sólo será creíble si comienzan por decidir quién será el defensor del pueblo de manera más participativa, dejando de lado compromisos o, “lealtades partidarias” que no harán más que recortar la autoridad del próximo defensor desde el principio, minando la poca confianza de una sociedad que ha ido disminuyendo su participación a fuerza de los golpes recibidos. El gobierno electo goza de un enorme respaldo de amplios sectores de nuestra comunidad, entre los que supo regenerar un olvidado horizonte de esperanza. Debería preocuparse en consolidarlo y acrecentarlo con hechos, porque paradójicamente es él quien más necesita de una Defensoría activa e independiente.
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